Sénior al volante, grupo de riesgo

El envejecimiento de la sociedad provoca que los conductores de más edad ya igualen a los más jóvenes en las estadísticas de muertes en las carreteras

Hace 46 años que Enrique tiene el carnet de conducir. Se lo sacó a los 25, y ahora ya supera los setenta. Desconcertado a causa de sus circunstancias, Enrique confiesa que a veces se pierde en la jungla automovilística: le confunden los achaques propios de la edad, pero también las decenas de señales viarias que cuelgan de postes y marcadores, o el vértigo y las dimensiones del tráfico contemporáneo. En 1965, el parque automovilístico español apenas contaba con dos millones de coches. Hoy, a diario circulan 31 millones. Casi dos millones y medio de estos conductores se encuentran en el grupo de edad de Enrique: son mayores de 65 años. “Y esa cifra, el del colectivo de los mayores al volante, crece exponencialmente de año en año. Pronto serán muchos más”, observan fuentes de la dirección general de Tráfico (DGT).

El asunto plantea algunas servidumbres y rompe tópicos. Al contrario de lo que muchos consideran, los noveles no son los más damnificados al volante. El año pasado, las carreteras españolas se cobraron la vida de 318 conductores mayores de 65 años, uno menos que en la franja de 25 a 34 años (319), pero muchos más que en el resto de los sectores de edad, una realidad que ha puesto en alerta a las administraciones de la seguridad vial. “Atención a la franja de los más mayores”, advertía Pere Navarro, director de la DGT, el pasado jueves, durante una ponencia en el RACC. “Ahora mismo, nos encontramos ante un problema que ya está reclamando su espacio. Y vamos a tener que estudiarlo…”

Se trata de un asunto sociológico que trasciende los límites de la seguridad vial. “Nuestra población envejece”, admite Navarro, retomando una tesis que todos asumen y que muchos estudian: España anda enfrascada en reformas que pretenden evitar el futuro colapso del sistema sanitario y económico. Elevado a todos los ámbitos, ese problema revuelve las estadísticas de la seguridad vial. Entre el 2004 y el 2009, la cifra de conductores mayores de 65 años creció en un 38%, hasta alcanzar los 2.430.000. “Ningún otro grupo ha crecido tanto –dicen desde la DGT–. Y tenemos que abordar este asunto de forma específica”.

Asociaciones de víctimas han puesto el asunto sobre el tapete. Algunas elevaron la voz ante Navarro: lamentaron que no haya un plan de reeducación vial. “Algunos se sacaron el carnet a los 18 años, y ahora tienen 65 –dijeron–. Y en todo este tiempo, a pesar de las transformaciones que ha vivido el tráfico en España, muy pocos ancianos han acudido a algún cursillo”.
Navarro se ofreció a profundizar en el asunto, a partir de una máxima: “Los mayores necesitan un tratamiento especial”. “Hay que repensar las infraestructuras viarias: las señales de tráfico deben ser más grandes y más claras. Pero también hay que observar sus condiciones físicas, hay que controlar los centros médicos que expiden los certificados, hay que conversar con los médicos de cabecera, averiguar qué medicamentos se les recetan. Porque muchas medicinas provocan somnolencia…”. El plan se enfrenta a algunos contratiempos. Desde el 2006, una directiva europea obliga a la DGT a espaciar la renovación del carnet de conducir en Madrid entre los ancianos. Antes, en España, el mayor de 70 años debía someterse a un examen cada dos años. Ahora, esa revisión se hace cada cinco.

“Hay otro problema –apunta Enrique, el mayor que abría esta información–. En el 2009, cuando fui a renovarme el carnet, sólo tuve que presentar un certificado firmado por mi mujer, que es médico y haber pasado el correspondiente examen psicotécnico en Madrid. A mí, el truco me vale: yo no sufro ninguna enfermedad. Pero me pregunto cuántos otros, algunos muy cascados, cometen el mismo engaño. No sé si es lo más conveniente para la seguridad vial”. La DGT dice que ha subsanado ese agujero. Desde hace un año, el expediente médico del mayor de 65 años que quiere renovarse el carnet aparece en el ordenador del funcionario que le atiende. “Al volante, no puede haber enfermos de Parkinson o con demencia senil”.