La aprobación del Brexit ha supuesto uno de los cambios más sustanciales vividos en la Unión Europea en los últimos años. Y quizás lo sea más en términos simbólicos que prácticos, pero la cuestión es que siempre habrá un antes y un después a esta separación oficial del resto de Europa por parte del Gobierno del Reino Unido.
Pero, ¿ha afectado al día a día de los ciudadanos de este país? ¿Qué diferencias hay para ellos su “salida” económica de Europa? Hoy lo analizamos.
Contexto: ¿cuándo se produce el Brexit?
El Brexit, término que fusiona “Britain” (Gran Bretaña) y “exit” (salida), hace referencia al proceso mediante el cual el Reino Unido decidió abandonar la Unión Europea (UE).
Este proceso se inició con un referéndum el 23 de junio de 2016, en el que el 51,9 % de los votantes optó por la salida. Tras años de negociaciones, la salida oficial se concretó el 31 de enero de 2020, seguida de un período de transición que culminó el 31 de diciembre de 2020.
A partir de esa fecha, el Reino Unido dejó de formar parte del mercado único y la unión aduanera de la UE, lo que ha conllevado cambios significativos en diversos ámbitos para los ciudadanos británicos.
¿Cómo ha afectado a los ciudadanos ingleses?
1.- Movilidad y residencia:
Uno de los pilares fundamentales de la UE es la libre circulación de personas. Con el Brexit, los ciudadanos británicos perdieron el derecho automático a vivir, trabajar, estudiar o jubilarse en los países miembros de la UE.
Desde el 1 de enero de 2021, los ciudadanos ingleses que quieren viajar o residir en un país de la UE deben cumplir con las normativas de inmigración de cada nación, lo que generalmente implica la necesidad de obtener visados o permisos de residencia. Este nuevo estatus ha generado incertidumbre entre los británicos que ya residían en la UE antes del Brexit, quienes han tenido que regularizar su situación conforme a los acuerdos de retirada y las leyes locales.
2.- Impacto en el mercado laboral:
La salida de la UE tras el Brexit ha afectado la capacidad de los ciudadanos británicos para acceder al mercado laboral europeo. Anteriormente, podían buscar empleo en cualquier país miembro sin restricciones; ahora, deben cumplir los mismos requisitos que los ciudadanos de terceros países, con lo que ello conlleva en términos burocráticos y administrativos.
Además, esto incluye la necesidad de obtener permisos de trabajo, demostrar cualificaciones profesionales reconocidas y, en algunos casos, cumplir con cuotas o restricciones específicas. Sectores como la educación, la salud y la ingeniería, donde la movilidad laboral era común, se han visto particularmente afectados.
3.- Reconocimiento de cualificaciones profesionales:
Antes del Brexit, las cualificaciones profesionales obtenidas en el Reino Unido eran reconocidas automáticamente en toda la UE. Tras la salida, este reconocimiento ya no es válido, lo que significa que los profesionales británicos deben someterse a los procesos de homologación establecidos por cada país miembro para ejercer su profesión.
Este cambio ha introducido barreras adicionales para médicos, enfermeros, arquitectos y otros profesionales que anteriormente podían trabajar libremente en la UE.
4.- Asistencia sanitaria y seguros médicos:
La Tarjeta Sanitaria Europea permitía a los ciudadanos británicos acceder a servicios de salud en cualquier país de la UE en igualdad de condiciones que los residentes locales. Con el Brexit, esta tarjeta dejó de ser válida para los británicos en territorio europeo.
Como resultado, quienes viajan o residen en la UE deben contratar seguros médicos privados o acogerse a los sistemas de salud locales, lo que puede implicar costos adicionales y variaciones en la cobertura sanitaria.
5.- Educación y programas de intercambio:
El Reino Unido decidió no continuar participando en el programa Erasmus+, que facilitaba intercambios educativos entre estudiantes europeos. En su lugar, implementó el programa Turing, que busca promover intercambios a nivel global.
Sin embargo, la ausencia de un acuerdo recíproco ha limitado las oportunidades para que estudiantes británicos estudien en universidades europeas y viceversa, afectando la internacionalización y diversidad en las instituciones educativas.
6.- Implicaciones fiscales y aduaneras:
La salida de la unión aduanera ha reintroducido controles fronterizos y trámites aduaneros para bienes y servicios entre el Reino Unido y la UE. Los ciudadanos británicos que poseen propiedades en países europeos o que realizan compras transfronterizas enfrentan ahora procedimientos más complejos y posibles impuestos adicionales.
Además, las transferencias de bienes personales, como mudanzas, pueden estar sujetas a inspecciones y aranceles, complicando la movilidad y el comercio personal.
7.- Derechos de jubilación y prestaciones sociales:
Los acuerdos previos garantizaban que los periodos de cotización en diferentes países de la UE se acumularan para efectos de jubilación y otras prestaciones sociales. Tras el Brexit, estos mecanismos de coordinación han cambiado, y aunque se han establecido acuerdos para proteger ciertos derechos adquiridos, los nuevos solicitantes pueden enfrentar desafíos para que se reconozcan sus contribuciones realizadas en distintos países. Esto afecta a jubilados británicos que residen en la UE y a aquellos que planean retirarse en países europeos.
Como ves, el Brexit ha introducido cambios profundos en la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea, afectando directamente a los ciudadanos británicos en muchos aspectos que, si bien no podamos decir que afecten a su día normal, sí cuando tienen que viajar o acceder a un puesto de trabajo en Europa.
La pérdida de derechos asociados a la UE ha generado nuevas barreras en movilidad, empleo, educación y acceso a servicios. Todo esto supone que los británicos deban adaptarse a un entorno más restrictivo y regulado en sus interacciones con los países europeos.